Dos poemas de David González
Sacrificio
me llamo david,
y me esfuerzo, me esfuerzo,
dios sabe que me
esfuerzo,
dios sabe lo mucho que me
esfuerzo,
y aunque no sea quién para decirlo,
no solo lo digo, lo
escribo:
no creo haber obrado del
todo
mal,
pero nada,
no hay nada que
hacer:
el suelo que labro
no me quiere dar sus
frutos,
el suelo que labro
no me quiere dar sus
frutos,
como a caín,
pero yo me llamo david,
ya te lo he dicho,
y ni siquiera tengo un hermano
al que matar.
El demonio te coma las orejas
Estás hablando
con el retrato
de tu chorba.
Tienes que levantar
mucho la voz
para que ella
pueda oírte:
el Chao
acaba de abrirse las venas
con una hoja de afeitar
y está chillando
y pegando coces
en la puerta cerrada.
Tu novia cierra los ojos.
Le gustaría también
tener manos
para taparse los oídos.
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