Dos poemas de Adrienne Rich
La novena sinfonía de Beethoven entendida por fin como un
mensaje sexual
Un
hombre aterrorizado de impotencia
o
infertilidad, sin saber la diferencia,
un
hombre tratando de decir algo
aullando
desde la música
climatérica
de su enteramente
aislada
alma
gritando
al Gozo desde el túnel de su yo
una
música sin la sombra
de
otra persona dentro, música
que
trata de decir algo que el hombre
no
quiere que salga, quisiera guardar si pudiera
amordazada
y amarrada y azotada con cuerdas de
Gozo
donde
todo es silencio y
el
golpear de un puño sangriento sobre
una
mesa astillada.
Sueño que soy la muerte de Orfeo
Estoy
caminando aprisa por las estriaciones de luz
y
oscuridad tiradas bajo una arcada.
Soy
una mujer en la plenitud de la vida con ciertos
poderes,
y
esos poderes severamente limitados
por
autoridades cuyas caras raramente veo.
Soy
una mujer en la plenitud de la vida
manejando
a su poeta muerto en un negro
Rolls-Royce
a
través de un paisaje de crepúsculos y abrojos.
Una
mujer con cierta misión
que
obedecida al pie de la letra
la
dejará intacta.
Una
mujer con nervios de pantera
una
mujer de contactos entre Hell's-Angels
una
mujer sintiendo la abundancia de sus poderes
en
el momento preciso en que no debe usarlos
una
mujer juramentada con la lucidez
que
ve a través de fuegos humeantes
y
de mutilaciones criminales de estas subterráneas
calles
a
su poeta muerto aprendiendo a caminar
hacia
atrás contra el viento
al
otro lado del espejo
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