Poemas de Alberto Gil-Albert


Alberto Gil-Albert Gómez (Logroño, 1960). Poeta y escritor. Abogado de profesión. Actualmente es miembro del Consejo Editorial en el área de literatura de la Revista de Artes y literatura CODAL del Instituto de Estudios Riojanos una de las más prestigiosas en el ámbito artístico y literario de la Región. Ha publicado Inmulieribus (Ediciones de La Hera, 2012), una reflexión sobre el mundo femenino del autor. Las Manos sobre la Tierra (Ediciones de La Hera, 2015), diarios de un cazador en un permanente viaje por el campo y el bosque. Salmos para Meriem (Fosforito, Ediciones de La Hera, 2019), un emocional poema místico sobre el amor. Se encuentra en preparación su último poemario La Historia de Las Orugas.






Merece la pena ser oído
en la tribuna de los muertos
por lo que no dirá
la niebla que trae el frio
el espanto que niega el amor
los días que pasan.
Yo recuerdo bien a mis hermanos
sus rostros que viajan en el tiempo
como botes azorados
como dormidos troncos en la marea
que un día formaron frondosos bosques
hablo por ellos y en su memoria
soy ellos y soy memoria
es esa mi razón de existir.

Inédito




Lo que nunca te dije y debí decir
ahora sí te lo digo.
Sí. Ahora que mi voz aúlla
y el viento del sur me acaricia la nuca.
Te debí decir la razón de mi nostalgia
por el alimento de tus besos
debí hablar de la razón de mi dolor
por tus mordiscos sanguinarios.
Sabes de mi nostalgia y mi dolor
pero debí decir, nunca te dije
que la ausencia llenó de sangre
tu boca, tu instrumento.

Inédito




I

Seas bendita tú
Sombra del laurel espinoso
La que hiere mi piel
Cuando solo alumbra la luna.

I

مباركة أنتي
ظل الغار الشائك
الذي يجرح جلدي
فقط عندما يضيء القمر

II

Entre las princesas
La digna de la luz
El regalo del mar
Triunfo de la roca.

II

من بين الأميرات
الجديرة بالنور
هدية البحر
إنتصار الصخرة

III

Vestida de oro admirada
Pluma de águila nocturna
Se torna luz el nacimiento
Del sol inmenso en la arena.

III

مكسوة بالذهب مثيرة للإعجاب
ريشة نسر ليلي
تتحول ولادة الشمس الهائلة
إلى ضوءٍ في الرمال.

IV

Sea el nombre, fruto
Flecha de la lengua que clama
Desierto de bronce
En la puerta del amanecer.

IV

ليكن الاسم، فاكهة
يا سهم اللسان الذي يتوسل
يا صحراءً نحاسية؛
عند بوابة الفجر.

De Salmos para Meriem. 2018 (Bilingüe)




La Magdalena vive en la orilla oeste de Manhattan
(4 de junio de 2011)

Mis pies no alcanzan la tierra prometida
de satén bruñida
por la sombra del gran árbol.
Los gitanos bailan por fin en el subsuelo
sobre la piedra postrada
dirigida hacia el gran hacedor
mientras las pesadas garras del águila enemiga
comen lentamente un plato de Chop suey
con pan ácimo
y uvas desde el cielo.

Mis pies no alcanzan la tierra prometida
de la catedral de los hermanos de cristal
desde donde se oyen cánticos y rezos
hacia el río gris de llamas espumosas.
Mientras cae la luz y me abandonan
en el fondo, una imagen se desprende
con el cocodrilo dando tumbos
por un prometedor pasado
pleno de campos de batalla
y velas encendidas tras la muerte.

Mis pies no alcanzan la tierra prometida
vestidos de oraciones, sombras negras
y ampollas en los labios.
Nosotros entramos por un túnel
de rayas rojas en el Passe Line
y cuando muera el nieto de mi nieto
las antiguas huellas de mis diez dedos
seguirán bailando por el Jotaefeka
mientras los soldados combaten en Irak
y el dios misericordioso salva a América

Mis pies no alcanzan la tierra prometida
convertido en penitente con mordaza
que da vueltas por la planta cuatro nueve
de un gigante vestido de anarquista.
Mis pasos dirigidos al retablo de la vida
que sisea por las nubes en la Quinta
son robles y ramas mayúsculas
sombra inmensa sobre el ancho mar
del East River que bombea
sobre Park Avenue orina tibia y humeante.

Mis pies no alcanzan la tierra prometida
que es dueña en los charcos luminosos
de los leds pálidos de Time Square

ama de la lluvia de cuerpos del Trade Center;
del joven negro con traje blanco
que recita a Homero en la guerra de las galaxias
dándonos la vida eterna
del doliente ario que me aborda
con sus bendiciones de la Ground Zero
mientras las sirenas cantan réquiem encendidos.

Mis pies no alcanzan la tierra prometida
se aleja del cielo y la música del tráfico
que late y ladra por Brooklin Bridge.
Su llanto estrepitoso se confunde
con aquel que emiten sumergidos
los niños de la calle en húmedos capazos
ascendiendo y gritando por Broadway.
Maria de Magdala entra en el portal
de lirios púrpuras cerca del Nirvana
para que los niños de la calle callen.


Mis pies no alcanzan la tierra prometida
la del Alma Mater que Pulitzer me enseña
cómo a la más petulante de las vírgenes.
Las ardillas de Central Park me miran
mientras tiro la primera piedra
es Jesús quien escribe en el asfalto
los signos que liberan y perdonan
a la puta Maria Magdalena
y redime en San Patricio al vigilante
del Intimex Corporation Building.
Amén

De Inmulieribus. 2012.




Estuve frente a ti un largo día
mirándote firme, impávido, solemne
recuerdo cómo te cogí entre los brazos,
te abracé sorprendido por tu tamaño
apenas piel y huesos acurrucados
en un útero suspendido de las nubes
ingrávido, no pesabas más que gramos,
plasma sólido de carne y pensamiento
asumí el acogerte como letra viva
como un letargo interrumpido contra el sueño
lo había hecho antes, el abrazo, lo recuerdo
seguro entre mis brazos como estabas
era hora de viajar por el espacio
como nebulosa, estrella, nova o supernova
ya está bien dijiste de ser célula alógena
ya está bien de ser, oruga, capullo, crisálida, mariposa
ya está bien de sacrificios inútiles al dios oscuro
ya está bien de atesorar la riqueza de la espuma
ya está bien de morir para los hombres
ya está bien de que nadie nos absuelva
ya está bien de amargas memorias y cadenas
ya está bien de violentos robos a medianoche,
ya está bien de cenitales hogueras incombustibles
ya está bien de ser y haber nacido limpio
ya está bien de ser estadística una, cien, mil, diez mil
Pero yo lo diré desde el pálpito del corazón herido
pondré mi piel como testimonio
de lo que yo vi
en la observación del lobo
en el acecho felino del delator
en el penetrante aullido del juez
para que mi hijo se lo diga
al hijo de mi hijo
y nos hable
entre los murmullos de aquello
un grito, un disparo, un silencio
como un virus que se propaga
de mano en mano
y discurra entre los valles, los ríos
de los afluentes y acequias vigorosas
que alimentan la vega
se propague a los cielos como nubes de bondad
por los infiernos de fuego como vapor
por las tierras intermedias como barro y paja
donde los hombres libres habitan

y entonces la batalla sea ganada
vencedores de la luz y la palabra
testigos y herederos de la verdad
la única verdad, que consagra,
bendice las ubres de la madre.

Hartos de la vida ese día cuando Gabriele y Claude bailaron sobre una mesa borrachos y felices para celebrar la terminación de El Martirio de San Sebastián el veintitrés de octubre de mil novecientos once.

De La Historia de las Orugas. 2019




Los ciegos de Brueghel
                                             Allen streben
ubre das geneine leber
uns emporzuheben
ist ein ziel gesetzt im lebel
                                                                           -Robert Walser-

Ellos, mientras los demás duermen
se enzarzan, pugnan, desean
encontrar en la sombra eterna
la ira incontenida
el grito irreflexivo
a través del tacto de su bastón
por eso se acometen
se golpean con fiereza
arañando el aire
hasta que un casual bastonazo
alcanza la cabeza del otro
doliente
sentado en el suelo
pensando cómo ha sido
que la rotundidad del impacto
el salvaje toque
del otro ausente de luz
causó su dolor.
Ignoran ellos
que los dos son ciegos
pasivos siervos del golpe
y del daño inflingido.

Inédito





Me dijiste dulcemente
que el universo
cabía en cuatro versos
por debajo de tu falda.
Tú sabes que al levantarla
encontraba solo tres.
Por eso, que lo sabías
te pregunté
dónde estaba aquel que falta
“aquí lo tienes, amado mío”
dijiste
exhibiendo tus mundos paralelos
en la más espiritual de las imposturas
(Oía mientras tanto tus carcajadas
en mi cabeza
y consumaba nuevamente
un fracaso como amante).

Inédito




Hemos nos acostumbrado los dos
a que nuestra nación haga política
en las horas del sueño y la pernocta.
A debatir y pactar por la noche
en silencio, para que nadie interrumpa con simplezas.
El parlamento de nuestro estado
adopta las leyes, las promulga amigablemente
entre besos profundos y penetraciones
entre murmullos gatunos y jadeos sudorosos
el articulado brota borroso en letra suburbana
nos indica el proceder de los ciudadanos
navegantes placidos en el magma
los grupos parlamentarios se someten
a la disciplina de la uña y la saliva
donde se alcanzan alianzas de dedos y labios
y al cerrar la sesión de madrugada
el jefe del estado se arrulla
en el discurso del desalojo.
No tenemos dos leones en la puerta, es cierto
nuestro acceso es más bien vergantino, columnario el mío
el tuyo labioso o concubil
los escaños son rodillas codos y otras protuberancias
el atril la cama, la silla o cualquier otro soporte
adecuado a la palanca
bien que la lengua se utiliza
azarosa activa y tabernaria
así promulgamos la ley
la ley suma, la ley magna
el pacto toledano, numantino, monclovita
que nos lleva al postumario cielo.
Así es como nos hacemos federales
falsos republicanos bananofilos
engañosos militronchos e inciensópatas.
Así es como llegamos a la historia
de los imperiales sueños
Una nación somos, feliz, en fin.

Inédito



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