Dos poemas de Zbigniew Herbert
Don
Cógito lee el periódico
En
primera página
la
noticia de la matanza de 120 soldados
la
guerra ya duraba mucho
uno
puede acostumbrarse
justo al lado información
de un crimen espectacular
con el retrato del asesino
la mirada de Don Cógito
salta indiferente
la hecatombe de los soldados
para sumergirse con deleite
en la descripción del espanto
cotidiano
un agricultor de unos treinta años
en una depresión nerviosa
mató a su mujer
y a sus dos pequeñuelos
con precisión se describen
la ejecución del crimen
la posición de los cuerpos
y otros detalles
a los 120 caídos
inútil es buscar en un mapa
la excesiva lejanía
los oculta como una jungla
no estimulan la imaginación
son demasiados
la cifra cero al final
los transforma en una abstracción
un tema para meditar:
la aritmética de la compasión
Informe
sobre la ciudad sitiada
Demasiado
viejo para llevar las armas y luchar como los otros-
fui
designado como un favor para el mediocre papel de cronista
registro
-sin saber para quién- los acontecimientos del asedio
debo
ser exacto mas no sé cuándo comenzó la invasión
hace
doscientos años en diciembre septiembre¹ quizá ayer al amanecer
todos
padecen aquí del deterioro de la noción del tiempo
nos
quedó sólo el lugar el apego al lugar
aún
poseemos las ruinas de los templos los espectros de jardines y casas
si
perdemos nuestras ruinas nada nos quedará
escribo
tal como sé en el ritmo de semanas inconclusas
lunes:
almacenes vacíos la rata ha devenido moneda corriente
martes:
alcalde asesinado por agentes desconocidos
miércoles:
conversaciones sobre el armisticio el enemigo confinó a los legados
ignoramos dónde se
encuentran esto es el lugar de su suplicio
jueves:
tras una turbulenta asamblea se rechaza por mayoría de votos
la propuesta de los
comerciantes de especias de rendición incondicional
viernes:
comienza la peste
sábado:
se ha suicidado un desconocido inflexible defensor domingo: no hay agua
rechazamos
un
ataque en la puerta este llamada Puerta de la Alianza
lo
sé todo esto es monótono a nadie puede conmover
evito
comentarios las emociones mantengo a raya escribo sobre hechos
aparentemente
sólo ellos son valorados en los mercados foráneos
pero
con cierto orgullo deseo informar al mundo
que
gracias a la guerra hemos criado una nueva variedad de niños
a
nuestros niños no les gustan los cuentos juegan a matar
despiertos
y dormidos sueñan con la sopa el pan los huesos
exactamente
como los perros y los gatos
al
atardecer me gusta deambular por los confines de la Ciudad
a
lo largo de las fronteras de nuestra libertad incierta
miro
desde lo alto el hormigueo de los ejércitos sus luces
escucho
el tronar de los tambores los alaridos bárbaros
en
verdad es inconcebible que la Ciudad todavía se defienda
el
asedio continúa los enemigos deben ser reemplazados
nada
les une excepto el anhelo de nuestra destrucción
godos
tártaros suecos huestes del César regimientos de la Transfiguración del Señor
quién
los enumerará
los
colores de los estandartes cambian como el bosque en el horizonte
desde
el delicado amarillo de aves en primavera a través del
verde
del rojo hasta el negro invernal
así
al atardecer liberado de los hechos puedo pensar
en
asuntos antiguos lejanos por ejemplo en nuestros
aliados
de ultramar lo sé su compasión es sincera
envían
harinas sacos de ánimo grasa y buenos consejos
ignoran
incluso que nos traicionaron sus padres
nuestros
ex-aliados desde los tiempos de la segunda Apocalipsis
sus
hijos no tienen culpa merecen gratitud así que les estamos agradecidos
no
sufrieron un asedio largo como una eternidad
a
quienes alcanzó la desdicha están siempre solos
los
defensores del Dalai-Lama kurdos montañeses afganos
ahora
cuando escribo estas palabras los partidarios del pacto
conquistaron
cierta ventaja sobre la fracción de los intransigentes
habituales
las oscilaciones de ánimo los destinos aún se sopesan
los
cementerios crecen disminuye el número de los defensores
pero
la defensa perdura y perdurará hasta el final
y
si cae la Ciudad y uno solo sobrevive
él
portará consigo la Ciudad por los caminos del exilio
él
será la Ciudad
miramos
en el rostro del hambre el rostro del fuego el rostro de la muerte
y
el peor de todos -el rostro de la traición
y
sólo nuestro sueños no fueron humillados
¹La
noche del 13 de Diciembre de 1981 fue decretado en todo el país el estado de
guerra,
el
movimiento democrático «Solidaridad», el primer sindicato independiente en un
país socialista,
fue
disuelto y declarados ilegales todos los acuerdos firmados entre el sindicato
y
el gobierno. A la declaración del estado de guerra siguió una represión
generalizada.
En
Septiembre de 1939, por otra parte, dio comienzo, como es sabido, la segunda
guerra mundial.
Grande Herbert. Muy grande. Cuanto más leo a los poetas polacos más pienso que de niños de cayeron todos ellos en una marmita repleta con la pócima de la superlírica. Un abrazo, David. Buena elección la tuya, como siempre. David Benedicte.
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